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lunes, 23 de mayo de 2022

Lima vivió jornada histórica con toros de Norte a Sur, con triunfo y cornada


por Magaly Zapata 

En una superficie de casi tres mil kilómetros, no es poca cosa que en una misma ciudad del Sur de América y en la segunda ciudad del mundo más grande instalada en un desierto como es Lima,  haya sido ayer el escenario de dos corridas de toros. 


Pero lo que sé me antoja destacable señores es que ha sido en 2 de los 43 distritos geográficamente opuestos, Norte y Sureste, pero que convergen en ser lo que se ha dado en llamar 'conurbanos' pero que taurinamente el de Villa María del Triunfo, el del SE, vive la pasión por los toros en su desmontable instalada fija TOROKUNA hace varias décadas. 


Y por el contrario, como contraparte en el otro extremo de nuestra Costa bañada por el Pacífico pero desértica,  aparece en el cono o Lima Norte la plaza Sol y Sombra inaugurada ayer 22.05.22.  Otra desmontable que llegó para quedarse fija en terrenos del distrito de Carabayllo, el más extenso de todos los que ostenta la capital peruana y que remonta su historia a épocas de Túpac Inca Yupanqui, el décimo Inca o soberano del Imperio incaico, que la llamó 'la zona de prado verde' por estar en pleno valle del Río Chillón colindante con Canta y Huarochirí, casi saliendo de los límites metropolitanos para entrar a la  llamada Lima Región. En épocas virreinales, un 29 de junio de 1571 se conformó la Reducción de San Pedro de Carabayllo, por el Virrey Toledo con la unificación de los tributarios indígenas  de Chuquitanta, Sevillay, Sutca, Guancayo, Collique y Maca y se convirtió en el primer centro administrativo, político y religioso del cono norte de Lima. Hoy los toros lo vuelven a poner en un mapa de importancia.  


Y es que la 'Sol y Sombra' se instala donde  la Lima metrópoli empieza a encumbrarse en las alturas de la Cordillera andina de la Viuda y Central.  De ahí que su microclima caliente contrasta con el del bañado por el mar, más frío y húmedo.  


Y es que afortunadamente, la plaza Sol y Sombra llegó para quedarse y sustituir aquella Yawartoro de predios más urbanos en esa misma Lima Norte y  que perdimos por pandemia. Sin embargo, gracias al empeño del ganadero Orlando Sánchez, con su Sol y Sombra sale a  la reconquista del espacio de tradiciones y estará para sembrar en ese prado verde nuevos aficionados pues se encuentra mucho más adentro que la anterior en nuevo punto geotaurino limeño de publico por conquistar.  


Y AHORA S LOS TOROS… 

En la Sol y Sombra vivimos una gran tarde de toros, buenos y menos buenos, uno extraordinario con el hierro de San Pedro. Cartel inaugural con Finito de Córdoba, Sebastián Vela y Luis David Adame que sustituyó a su hermano Joselito por el percance en MADRID. Cartel de polendas y que resumo en tres orejas par el peruano que pegó un golpe en mesa y salió a hombros inaugurando la puerta grande; el cordobés con el toro inaugural (costurero 55 de San Pedro, para los que gustan de estadísticas) que dobló al oír el tercer recado del palco pero tocó pelo en el otro y mejor aún, nos hizo disfrutar del arte del buen torear, clásico y ortodoxo, sentido. Lamentablemente el mexicano de fue de vacío con el lote menos favorecido.  


Pero la cruz de la jornada taurina limeña se vivió en las antípodas.  Un torero cayó herido. Alfonso de Lima fue prendido por un toro de Navarrete en la cara externa de la pierna izquierda. Cornada de 8 cms. Era su primero. Se quedó en el ruedo a terminar su faena. Paseó la oreja y con arrestos se quedó para torear su segundo apuntando a una puerta grande. Pero salió malo y ese ansiado triunfo no se dio.  Alternó con el venezolano Manolo  Muñoz en corrida por la comunidad de Quilcata Ayacucho pro fondos de su plaza de toros. 


Esa es la Lima de hoy. La que huele a tradiciones, de toros, de riñas de gallos, de caballos de paso, de pisco y de anticucho con su chela. Porque en nuestra Lima Taurina se vive cada vez más la efervescencia de afición, en todos sus linderos geográficos.  Pese a quien le pese. Y no es más que las ganas de 'nuestros limeños' esos  que llegaron hace más de 4 décadas de sus provincias y se afincaron en la capital, de sus hijos y de sus nietos,  de seguir viviendo sus costumbres, ritos y tradiciones.