martes, 4 de marzo de 2014

Tuvo y tiene (publicado en el diario Expreso)

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Fue todo un lujo vivirlo. Han pasado varios días y sigo con la retina entintada acaso horadada con imágenes y detalles que pude registrar en su momento y que me ha servido estos días para salivar el toreo de kilates.

Ese que expresa profundidades del alma con una técnica asimilada desde el valor pero puesta al servicio del arte, esa que nace desde el conocimiento y que se expresa con el corazón trasmitiendo sentimientos y sensaciones con la sensibilidad en la yema de los dedos que trazan las geodesicas del toreo.

Acaso algún festival en el Sur hace unos años pero desde aquella su tarde histórica en Acho con el Fernando de la Mora del que confesó que fue un climax para él, no había visto a Rafael Gastañeta entregarse, sentirse en muletazos en los que exprimió las bondades de una noble y acompasada vaca de Apóstol Santiago por derecha, no tanto del otro pitón y fue por el que dibujó lo más profundo de la tarde.

Toque firme, poder al tiempo que sutileza y suavidad ejecutada con un sentido de la colocación y del temple y regusto para torear, para expresarse, que se le ve puestísimo, como si estuviera en el toro día a día.

Se dejó ver a gusto y nos dejó ver su alma con el toreo metido en la cabeza. Un privilegiado y privilegio de pocos haber visto muletazos que subliman este arte.