El diario La Razón presenta la entrevista al cineasta Günter Schwaiger de la película taurina “Arena”, la cual se estrena el 26 de febrero en España.
Por afición, por arrojo, por dinero, por sangre.. ¿Por qué un hombre salta al ruedo y se apuesta el resuello y la vida a la suerte de una sola tarde? ¿Por qué arriesgarse por una profesión que un día te saca por la puerta grande y, al siguiente, por la de la enfermería? ¿Qué clase de ilusión obliga a una persona a encarar tan pronto su destino? ¿A rifarse de capea en capea el orgullo y la piel por un oficio en el que son pocos los que ganan mucho y muchos los que ganan tan poco? «Un torero admite el miedo. Saca su fuerza de ahí. Su motivación reside en la conciencia de que a la muerte no se la elude nunca. Trabajan desde la introspección. Hay que vencer el instinto que se rebela contra el dolor y aprender a dominar el cuerpo. Y cuando se ha comprendido eso y se ha superado el miedo, la vida se contempla de una manera diferente. Por eso los matadores tienen ese aire sacral». El director Günter Schwaiger estrena el 26 de febrero su documental sobre el mundo taurino: «Arena», una visión que intenta ser sincera. Una instantánea desde la cara oculta. Ahí están todos. Los que aprenden el arte desde chicos; los niños que se sueltan en las plazas; los que han triunfado y hablan desde arriba, y los que no han llegado y sobreviven con el sueño intacto y el orgullo herido por su temprana retirada.
-¿Qué valores reconoce Europa en la Fiesta?
-Los valores del toro son los mismos que hay en una película de ficción: lucha, coraje, pelea, lo que hay en la mitología griega. Quien entra sin prejuicios, sin los moralismos de lo políticamente correcto, encontrará algo intuitivo, una emoción que es inexplicable, pero es que en este mundo no todo es explicable y, lo que resulta más importante, se puede vivir sin tener que explicarlo.
-¿Por qué se baja a la arena?-Lo que más me ha impresionado del rodaje es la psicología de los toreros. Su proximidad a la muerte les ha convertido en seres diferentes. Son psíquicamente fuertes y frágiles. Las dos cosas a la vez. Tienen un entrenamiento casi monacal. Admiten el sufrimiento y eso los distingue del hombre moderno, que quiere evitar el dolor y la muerte porque así, piensa, no existen.
-¿Qué me dice de los antitaurinos?
-Yo los respeto. Aunque pensé que eran más. Su número es menor de lo que cabría pensar. Apenas los encontré. A diferencia de ellos, el mundo taurino jamás intenta convencer a nadie para que acuda a las plazas. De los antitaurinos me sorprendió la agresividad y la vehemencia con la que atacaban a las personas que asistían al espectáculo. Parecía que se trataba más de censurar a las personas que de defender a los animales.
-¿Es más una cuestión política?
-En Cataluña sí se ha metido la política por medio.. Y es una equivocación. Si tienen que desaparecer los toros, que sea por sí mismos. Prohibir una manifestación cultural, que además tiene siglos, nos remonta a la dictadura. Los europeos lamentaríamos que España prohibiera los toros. Mezclar la política con el mundo taurino es un error. Es igual de absurdo que identificar los toros con el franquismo. Algunos de sus grandes mitos provienen de los años veinte y de la II República. En Las Ventas yo he visto una bandera republicano. La Fiesta no tiene nada que ver con la izquierda ni con la derecha.
-Cataluña tiene afición, entonces.
-Las raíces taurinas de Cataluña son muy profundas. Los andaluces y los catalanes son igual de taurinos. No se puede influir en la destrucción cultural prohibiendo un patrimonio que viene de hace centurias. Si no te gusta, que es muy razonable, no vas; pero no lo prohibas porque no lo compartes.
-En España cada vez hay menos jóvenes que quieran ser toreros.
-El mundo taurino en España no se comunica bien con los jóvenes actuales porque se ha identificado los toros con lo retrógrado, con el franquismo. Hay una falta de entendimiento. En cambio, sí existen muchas vocaciones en América. Yo creo, de todas maneras, que eso se puede recuperar. En cuanto fluya esa comprensión y se entienda que no es sólo ser torero. Ese oficio te enseña a ser persona, a llevar unos valores basados en el respeto mutuo. La relación de admiración del maestro con Harry Potter que se ve en esas películas es la misma que hay en las escuelas taurinas, lo que refleja el documental.
-¿Cuál es el motivo de ese distanciamiento?
-Antes, España no era un país desarrollado. Para muchos era una manera para subir por la escalera social. Hoy es un país rico. Esa motivación ya no existe. En cambio, en Colombia, sí. En otras partes existe un incremento de niños que quieren ser toreros.
-El toreo, ¿vocación o negocio?
-Salir a torear, como dice Morante en mi película, pensando en el dinero debe resultar muy difícil. Hay que aguantar muchos revolcones y cogidas. Saber que al final de la trayectoria hay una recompensa económica al esfuerzo y al aprendizaje ayuda, pero estoy convencido de que ésa no puede ser la única motivación para que alguien se coloque frente a un toro.
-Pero hay una parte de inversión.
-Si los toros desaparecieran en España, sería una catástrofe económica, porque mueve mucho dinero en este país. Pero el mundo taurino no es diferente en este punto al del fútbol o el de otros espectáculos. Hay ambición, pero la diferencia con otros ámbitos es que este mundo tiene mucho cuidado y vigila para evitar que ocurran abusos.
-Hábleme de José Tomás.
-Es la ética del toreo. Ha interiorizado la fuerza de la Fiesta con una radicalidad única. Busca la verdad como poca gente lo hace hoy en día. Arriesga la vida como nadie. Es especial porque ha llegado a un punto de abnegación y entrega que resulta increíble. Darse tanto lo hace único. Además, se ha retirado. En un mundo donde todo es alcanzable, él es inaccesible.
-¿Es ya un mito?
-En Austria saben quién es José Tomás. Y en Alemania, también. ¿Eso no ocurría desde hace cuánto? Pasa porque fascina a los taurinos y a los no taurinos. Es puro. Es auténtico. Hay cosas para las que únicamente contamos con la intuición. No hay respuesta. José Tomás hace eso en la plaza.
Al cineasta Günter Schwaiger no le gusta que la prensa difunda la vida privada de los matadores. Y sostiene que la prensa rosa, con sus rumores y cotilleos, resulta siempre dañina para ellos. «La prensa rosa está perjudicando el mundo taurino –comenta el director–. El torero es un ser profundo, que medita, que da la muerte y la vida. Sin embargo, el torero pierde ese aire cuando entra en dicho juego. Cuando se convierte en una estrella de estas revistas pierde, al menos para mí, parte de su atractivo. Un torero, y lo enseñan los maestros, lo es las veinticuatro horas del día. En el instante en que se difunden esas noticias se iguala con otros y se convierte en un ser corriente, como los demás. El mundo rosa hace de los toreros uno más.
Pero ahí reside la decisión de cada una de las personas y de nadie más. Yo, desde luego, no comparto que se difunda la vida íntima de la gente».
-¿Qué me dice de los antitaurinos?
-Yo los respeto. Aunque pensé que eran más. Su número es menor de lo que cabría pensar. Apenas los encontré. A diferencia de ellos, el mundo taurino jamás intenta convencer a nadie para que acuda a las plazas. De los antitaurinos me sorprendió la agresividad y la vehemencia con la que atacaban a las personas que asistían al espectáculo. Parecía que se trataba más de censurar a las personas que de defender a los animales.
-¿Es más una cuestión política?
-En Cataluña sí se ha metido la política por medio.. Y es una equivocación. Si tienen que desaparecer los toros, que sea por sí mismos. Prohibir una manifestación cultural, que además tiene siglos, nos remonta a la dictadura. Los europeos lamentaríamos que España prohibiera los toros. Mezclar la política con el mundo taurino es un error. Es igual de absurdo que identificar los toros con el franquismo. Algunos de sus grandes mitos provienen de los años veinte y de la II República. En Las Ventas yo he visto una bandera republicano. La Fiesta no tiene nada que ver con la izquierda ni con la derecha.
-Cataluña tiene afición, entonces.
-Las raíces taurinas de Cataluña son muy profundas. Los andaluces y los catalanes son igual de taurinos. No se puede influir en la destrucción cultural prohibiendo un patrimonio que viene de hace centurias. Si no te gusta, que es muy razonable, no vas; pero no lo prohibas porque no lo compartes.
-En España cada vez hay menos jóvenes que quieran ser toreros.
-El mundo taurino en España no se comunica bien con los jóvenes actuales porque se ha identificado los toros con lo retrógrado, con el franquismo. Hay una falta de entendimiento. En cambio, sí existen muchas vocaciones en América. Yo creo, de todas maneras, que eso se puede recuperar. En cuanto fluya esa comprensión y se entienda que no es sólo ser torero. Ese oficio te enseña a ser persona, a llevar unos valores basados en el respeto mutuo. La relación de admiración del maestro con Harry Potter que se ve en esas películas es la misma que hay en las escuelas taurinas, lo que refleja el documental.
-¿Cuál es el motivo de ese distanciamiento?
-Antes, España no era un país desarrollado. Para muchos era una manera para subir por la escalera social. Hoy es un país rico. Esa motivación ya no existe. En cambio, en Colombia, sí. En otras partes existe un incremento de niños que quieren ser toreros.
-El toreo, ¿vocación o negocio?
-Salir a torear, como dice Morante en mi película, pensando en el dinero debe resultar muy difícil. Hay que aguantar muchos revolcones y cogidas. Saber que al final de la trayectoria hay una recompensa económica al esfuerzo y al aprendizaje ayuda, pero estoy convencido de que ésa no puede ser la única motivación para que alguien se coloque frente a un toro.
-Pero hay una parte de inversión.
-Si los toros desaparecieran en España, sería una catástrofe económica, porque mueve mucho dinero en este país. Pero el mundo taurino no es diferente en este punto al del fútbol o el de otros espectáculos. Hay ambición, pero la diferencia con otros ámbitos es que este mundo tiene mucho cuidado y vigila para evitar que ocurran abusos.
-Hábleme de José Tomás.
-Es la ética del toreo. Ha interiorizado la fuerza de la Fiesta con una radicalidad única. Busca la verdad como poca gente lo hace hoy en día. Arriesga la vida como nadie. Es especial porque ha llegado a un punto de abnegación y entrega que resulta increíble. Darse tanto lo hace único. Además, se ha retirado. En un mundo donde todo es alcanzable, él es inaccesible.
-¿Es ya un mito?
-En Austria saben quién es José Tomás. Y en Alemania, también. ¿Eso no ocurría desde hace cuánto? Pasa porque fascina a los taurinos y a los no taurinos. Es puro. Es auténtico. Hay cosas para las que únicamente contamos con la intuición. No hay respuesta. José Tomás hace eso en la plaza.
Al cineasta Günter Schwaiger no le gusta que la prensa difunda la vida privada de los matadores. Y sostiene que la prensa rosa, con sus rumores y cotilleos, resulta siempre dañina para ellos. «La prensa rosa está perjudicando el mundo taurino –comenta el director–. El torero es un ser profundo, que medita, que da la muerte y la vida. Sin embargo, el torero pierde ese aire cuando entra en dicho juego. Cuando se convierte en una estrella de estas revistas pierde, al menos para mí, parte de su atractivo. Un torero, y lo enseñan los maestros, lo es las veinticuatro horas del día. En el instante en que se difunden esas noticias se iguala con otros y se convierte en un ser corriente, como los demás. El mundo rosa hace de los toreros uno más.
Pero ahí reside la decisión de cada una de las personas y de nadie más. Yo, desde luego, no comparto que se difunda la vida íntima de la gente».