Y #TBT LA MANO DE MANOLETE EN LIMA
Acaso no exista aficionado al arte de Cúchares en Lima que no haya tenido la ocasión de toparse (y no fui la excepción) con la huella de la mano derecha del Califa del Toreo cordobés en el salón comedor de un conocido restaurante limeño, vinculado a la familia Graña misma del que fuera hacendado y ganadero de Huando y empresario a la sazón de la plaza de toros del Acho, don Fernando Graña.
La historia cuenta que fue en el año que señala la baldosa, en marzo de 1946, un día jueves 7 a la 1.20 pm que descendió Manolete del avión Panagra que lo trajo se México con escala en Guayaquil. Su presentación en la plaza de toros de @ima se dio el domingo 10 de marzo. Después de ese día don Manuel Laureano Rodríguez Sánchez 'Manolete' encontrándose en Lima, fue invitado por el empresario a tentar en su ganadería Huando al norte de la capital. Dicen que el ganadero para peremnizar la visita había ordenado hacer una baldosa de cemento a la entrada de la finca y que el llamado 'monstruo del toreo' correspondiendo la gentileza estampó su mano aprovechando la frescura de la mezcla.
No hay duda que los limeños eran manoletistas. La devoción del recordado director de la página El Comercio, ingeniero Puigross, tanto como la investigación que se convirtió en un libro 'Manolete en la Plaza de Toros de Lima' escrito por el bibliófilo peruano Juan Elías Miletich y, como no, a la dama limeña Tereza Berninson, pionera en lides revisteriles y radiales, que se hacía llamar 'Manoletina' son apenas una muestra del fervor limeño por el torero del Califato de Córdoba.
Siempre recuerdo una anécdota leída en el libro señalado, de aquella vez que estando en Lima, Manolete fue invitado y cargó el anda del Señor de los Milagros, santo patrón de nuestra ciudad, un cristo moreno pintado sobre una pared que se resguarda en su casa santuario de Nazarenas
y a quien en el año de su reaparición única en Acho, don Paco Ojeda obsequiara el capote de paseo de la señala tarde de su vuelta en Acho. Única vez que una figura de leyenda lo hiciera. Padilla en el año de su retirada lo hizo de un santo limeño, Martín de Porras.
La anécdota cuenta que al salir Manolete de cargar el anda del Señor de los Milagros, un reportero lo aborda y pregunta ¿Le gusta a usted Lima, Maestro? Es una ciudad muy sugestiva y además muy española. Y según refiere Miletich en su libro, como para ganar tiempo ante gente que se acercaba al diestro le pregunta ¿Y si lo mata un toro? Echó a reír el hombre de Córdoba, le tendió la diestra a modo de despedida (justo la que estampó en aquella placa) y le respondió: el Señor de los Milagros les daría Manolete.
Historia que al conocerla fue el pretexto para entender la conexión de aquel valenciano con toreo 'amanoletado' que caló hondamente en el gusto y cariño de los limeños nada más llegar a la feria limeña de 1995 y pisar el ruedo de abajo el puente de piedra, aquel que contó y cantó Chabuca, que paseaba nuestra 'flor de la canela'. Si señor, hablo de Vicente Barrera.
El caso es que la reliquia con el tiempo y me temo que al perder la familia Graña propiedad de esas tierras y ver desaparecida su Ganaderia por la reforma agraria del dictador militar comunista Velasco, con mimo trasladaron la reliquia taurina a predios del restaurante para disfrute de taurinos locales y extranjeros, que siempre es un lugar indispensable que mostrar con orgullo. Porque un poquito de Manolete se quedó en Lima.
Y aunque para gustos y colores no han escrito los autores, dejo constancia de recuerdos propios y ajenos. Recordar es sentir y vivir momentos. Y en eso estamos con la gracia de Dios, cada día de jueves. Que uno de esos mandamientos de redes es compartirlos en jueves. Ya ves, que la vida es un #TBTtaurino
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