Articulo del cronista y escritor español Paco Aguado.
Sevilla (España), 8 may (EFE).- Los diestros Antonio Ferrera y Andrés Roca Rey, aun con distinto balance de orejas, fueron los nombres más destacados de una Feria de Abril de Sevilla que ha dejado una larga lista de toros de triunfo pero no así de buenas faenas.
El peruano Roca Rey fue el único torero en las trece corridas que consiguió cortar dos orejas de un mismo toro, en este caso un manso encastado de Victoriano del Río al que hizo la faena más contundente de cuantas se vieron este año sobre el albero maestrante.
El joven andino consiguió un clamoroso triunfo, a punto incluso de abrir la Puerta del Príncipe, gracias a su firmeza y determinación para imponerse a un toro de temperamentales embestidas, en una actuación que le decanta definitivamente como líder destacado de la nueva generación de matadores.
También lograron cortar sendas orejas en una misma actuación José María Manzanares y el sevillano Pepe Moral, sólo que los suyos fueron triunfos de menor intensidad que los anteriores.
El del alicantino, porque se apoyó, básicamente, en sendas estocadas, y el de Moral, porque no acabó de redondear ante los Miuras, a uno de los cuales toreó brillantemente al natural pero sin llegar a cuajarlo por completo.
El paso de Ferrera por la Maestranza de Sevilla se resume en dos tardes de profunda huella, pues en ambas triunfó con registros tan distintos como lo fueron los toros a los que se enfrentó: un muy fiero Victorino, el ya célebre Platino, y dos astados de El Pilar nobles y justos de fuerza.
En ambas corridas el diestro desplegó una magistral capacidad lidiadora, tanto para darles la lidia adecuada a cada uno de esos astados como para realizar faenas de temple y regusto añejo que encadilaron a la afición hispalense. A pesar de que su balance fue sólo de una oreja y dos vueltas al ruedo, Ferrera ha sido el triunfador moral del ciclo.
Del resto de las quince orejas que este año pasearon los toreros en Sevilla, casi todas tuvieron un escaso peso específico, tanto las que obtuvieron El Cid, el mexicano Joselito Adame y Paco Ureña en la primera semana de feria, como las que después cortarían los hermanos Rivera Ordóñez -más merecida la de Cayetano que la de Francisco el día de la despedida de éste de la Maestranza- y Alejandro Talavante.
Si algo ha caracterizado a esta ya finalizada edición de las corridas abrileñas, ha sido la ausencia de éxitos sonoros y de faenas macizas, a pesar de que salieron al ruedo de la Maestranza una veintena larga de toros con bravura y calidad suficientes como para que a la hora el balance se hablara de una feria histórica en ese sentido.
La mitad de esos veintintantos toros destacados tuvieron virtudes sobradas como para poner en bandeja triunfos de dos orejas o para facilitar unas cuantas salidas a hombros por la Puerta del Príncipe, que este año ha permanecido cerrada.
Así, el cuadro de honor de las ganaderías estaría ocupado por Ruidoso, de Torrestrella; Platino y Mudéjar, de Victorino Martín, Enemigo, de Daniel Ruiz; Caudillo e Ilusión, de Jandilla; Novelero, de Núñez del Cuvillo; Derramado, de Victoriano del Río; Bellito, de El Pilar, y Amapolo, de Miura.
Pero el hecho de que los toreros a los que correspondieron en suerte tantos toros notables no lograran estar a la altura, por distintas circunstancias, habla muy a las claras del bache por el que atraviesa el actual escalafón de matadores.
Con tantos toros bravos y tanto público, a la feria le faltaron únicamente más y mejores faenas, incluidas las del esperado Morante de la Puebla, base de los carteles con cuatro paseíllos y que, sin ninguno de esos toros estrellas en sus lotes, solo pudo dejar medidas muestras de su arte. EFE
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