Burladero.com por Miguel Ángel Moncholi / Madrid
Salieron seis mansos. Sí señor ¿y qué? Seis mansos, dos de los cuales, poco para hacer: los de Juan Bautista. Dos que llevaban oreja para cortar: los de Matías. Y uno, el tercero, manso también, que se fue con la oreja por intentar llevarlo en redondo: el de Daniel Luque.
A mansos como estos, les cortaban orejas Capea, Roberto Domínguez y Ortega Cano, sin ir más lejos. Con mansos como estos, se iban los citados diestros a tablas y allí, -"al hilo de las tablas", se dice-, les daban pases uno tras otro. Ligaban series en faenas cortas. Y tras pasaportar ligeros, tocaban pelo.Y esto, sencillamente ocurría llevándolos por los adentros, sin insistir en los medios, donde se acobarda el manso; sin cruzarse, lo que han hecho bien, para que no se quebraran; a media altura, para que no se rajaran; y con faenas cortas, para no ponerse pesados.
A mansos como estos estamos hartos de verlos, de este mismo hierro de Valdefresno, de este mismo encaste de Atanasio; pero cuando salen con clase, repetidores, manejables y nadie se espera que haya faena, cuando esto sucede, se les lidia con inteligencia, no dejando que se duerman y desgasten en el caballo, y entonces es cuando se produce la sorpresa: el inteligente puede al bruto. Sorprende y gana en la pelea.
Claves de una tarde en al que tres mansos, tres, se fueron con las orejas al desolladero.