lunes, 11 de mayo de 2009

Los de Montealto según... (Madrid)

COPE: Novillada de enormes matices, nada homogénea para un juicio general o simplista... Cuando uno ve el ganado habitual, rayano en el descaste, que embiste sosamente en los engaños para venirse lentamente a menos, la cosa está clara: la uniformidad del término acuñado como “toreabilidad” permite generalizaciones sin cuento. Pero cuando detrás de una ganadería hay afición, y se busca la casta, la acometividad, y la corrida no sale de esas de bandera, son tantos los matices, tanta la riqueza mostrada para el análisis que, evidentemente, hay que ir paso a paso describiendo lo visto... Los de Montealto han mostrado un juego y unas condiciones muy dispares, incluso cambiantes a lo largo de la lidia dentro de una tendencia desde el principio. Pero ha habido una nota común -al margen del cuarto, que se acabaría rajando por su defecto y mansedumbre-, la casta, a veces genio -término algo negativo de la cualidad buscada pero donde se esconde aun algo de fiereza, de pelea, de movilidad-. Y cuando, además, son mansos, como demostraron en los caballos, las complicaciones suelen ser frecuentes y quizá hoy no estemos preparados –especialmente los que se inician en el toreo, diestros o espectadores- para entenderlos, saber lo que hay que hacerles y aceptar que la lidia no sólo son derechazos y naturales.


BARQUERITO: muy bien presentados. Con trapío y hechuras lujosas los seis. De muy distinta condición: el quinto, con clase, fue el mejor; se empleó bien el primero; blando en varas, el segundo peleó; agresivo e incierto el tercero, que se metía; manso pero bondadoso el cuarto; venido abajo el sexto.

JUAN MIGUEL NUÑEZ: bien presentados, encastados y de poco juego. El bueno, el primero, terminó yendo a menos; igual que el quinto, que se movió mejor por el pitón derecho; los demás sacaron dificultades, y hasta peligro, como el segundo.
(FOTO Burladero)