lunes, 12 de mayo de 2008

Ayer en Madrid, mansada peligrosa y oreja de ley

11 de mayo. 4º de Feria de San Isidro. Lleno en domingo. Se han lidiado toros de Dolores Aguirre, desiguales de presentación, mansos en conjunto, descastados y huidizos. . 1º con poder y peligro. 2º, huidizo. 3º, bronco y desclasado. 4º parado. 5º deslucido. 6º flojo y complicado. Pitados todos en el arrastre a excepción del 3º, aplaudido. Fernando Robleño, palmas y silencio. Sergio Aguilar, silencio tras aviso y silencio. Joselillo, que confirmaba la alternativa, ovación con saludos y oreja.

Mario Juarez: No fracasó Dolores Aguirre en Madrid porque nada se esperaba de la corrida. Nada más que la colección de mansos bueyes descastados a que nos tiene acostumbrados. Costaría demasiado hacer memoria para encontrar una corrida buena de la ganadera bilbaína, que por costumbre aparece anunciada en plazas de mayor nivel. Es injusto que se siga anunciando una y otra vez por sistema una ganadería que se retroalimenta en su propia mansedumbre.

Baruqui: "¡Ay Dolores..! ¡Qué dolores..!. Joselillo se juega. Toros sin galope, medidos de tranco y más definidos por el trote cochinero que exhibieron. Varios barbeando tablas desde salir, huidizos, acometiendo a oleadas en varas empujando y haciendo mucho ruido en los estribos saliendo sueltos, para llegar a la muleta desarrollando sentido, midiendo a los toreros, revolviéndose en un palmo de terreno como si hubiesen dejado algo atrás, mirando las femorales, ausentes de clase y propicios para lidias de poder y dominio.

Del Moral:"El torerísimo valor de Joselillo salva la tarde", El muy joven diestro madrileño confirmó su alternativa y, tras mostrarse valentísimo con el toro de su definitivo doctorado, cortó la oreja del sexto de Dolores Aguirre, el único noble aunque muy flojo del envío. Las toneladas de mansedumbre del resto de las reses y su desesperante comportamiento - realmente impresionantes los seis por su enorme volumen, exagerados kilos y astifinos pitones - no permitió lucirse a la terna de actuantes por la nula fijeza y el incesante huir hasta de sus propias sombras, cuando no por el sordo e incontrolable peligro que desarrollaron algunos. El ayer padrino, Fernando Robleño, se estrelló totalmente con su lote. Y el que hizo de testigo, Sergio Aguilar, al menos pudo dejar inequívocas pruebas de su buen hacer y acertado sentido torero en una demostración de paciente calma y de templanza impropias de un principiante ante dos toros que, a cualquiera en su mismo lugar, le hubieran traído por la calle de la amargura.

Foto burladero.com